Origen del Caballo Lusitano. (I).


Dedicado a la familia Valença.

1. Antecedentes:

Los caballos son conocidos por la humanidad en la Peninsula Ibérica desde hace cerca de 25.000 años antes de Cristo. Yacimientos y pinturas rupestres del Paleolítico Superior muestran que el hombre cazaba caballos.

Con el cambio hacia el Neolítico el hombre deja de cazar a los animales y empieza a capturales vivos guardándolos en cercados iniciando asi su proceso de domesticación.
Durante esta fase del Neolítico la Peninsula Ibérica experimentó un aumento de población que tuvo a la vez como consecuencia la variedad entre grupos y un incremento de tensiones entre ellos lo que trajo consigo una mejoría de las técnicas de combate para la supervivivencia de los mismos.

La existencia del caballo domesticado en la Peninsula Ibérica, según algunas fuentes, datan de tiempos incluso anteriores al Neolítico.

Los hallazgos arqueológicos como es "La tumba de los guerreros" en el sur de la Península demuestra la participación de caballos en las combates durante la Edad del Bronce siendo utilizados como arma para desmontar al enemigo en un combate abierto.

Cuentan historiadores que en los albores de la Lusitania, sus habitantes además de ofrecer caballos como sacrificio en honor al dios Ares (divinidad de la guerra), Píndaro cuenta que realizaban batallas deportivas tanto a pie como a caballo entrenándose asi para la lucha cuerpo a cuerpo.

El antecesor del caballo ibérico que se señala es el que señalara el historiador portugués Ruy d´Andrade como el caballo reconocido como Sorraia que parece que permaneció aislado durante varios milenios en la parte sur de Iberia, Alentejo y las regiones de Andalucía de la actual Portugal y España que data del período Neolítico (4000 aC).

Homero en la Ilíada, el capítulo XVI, cita a los caballos ibéricos, "rápido como el viento y los hijos de Podargo, la arpía que fue fecundada por el viento Céfiro, mientras que el pastoreó en las fronteras del Océano río" - en términos modernos, el Atlántico.

De igual modo Tucídides y Jenofonte tambien hacen referencia a la tradición ecuestre de la Península Ibérica destacando la figura de sus jinetes enviados para ayudar a los espartanos durante las guerras del Peloponeso en el siglo IV aC.

Los historiadores romanos Polibio y Tito Livio, nos dicen que los caballos ibéricos significaron una fuerte resistencia para las legiones romanas durante las guerras que se prolongaron por más de 200 años. José Monteiro en su obra O Cavalo Lusitano señala que los romanos nunca destacaron en la utilización de su caballería siendo siempre superados por los ibéricos.

El arte de utilizar el caballo en la guerra fue exportado a Roma desde nuestra Peninsula Ibérica, los historiadores de la época nos recuerdan la figura del notable auriga lusitano Cayo Apuleyo Diocles y lo señalan como el más insigne auriga del Mundo Antiguo. La existencia y vida de este deportista quedó inmortalizada en las inscripciones en lápidas en el antiguo Circo de Nerón (hoy en dia El Vaticano) donde Diocles habrá alcanzado muchos de sus éxitos, aunque el original se haya perdido se conservan copias de esta inscripción (pueden consultar la traducción de la inscripcion en nuestra sección de curiosidades en el Anexo 1).

Durante las primeras invasiones bárbaras a la Península Ibérica por parte de los cartagineses (S. II) el caballo jugó un papel fundamental en la defensa y resistencia. El padre de Anibal, Amílcar murió en esta campaña. Cuentan los textos del historiador de la antiguedad Estrabón que los jinetes lusitanos e hispanos con sus monturas eran capaces de subir terrenos escarpados y de dificil acceso a lugares donde otros jamás lo intentarían.

Aníbal en el año 219 logró apoderarse de considerables riquezas y mediante su hermano Asdrúbal envió desde Hispania a Cartago 12.000 caballos dando lugar al inicio de la Segunda Guerra Púnica para invadir Italia.

Tras las duras guerras de los siglos I y II se inició un largo periodo de paz (100 -600) lo que no sólo motivó sino que facilitó la cría de ganado en todo el territorio de la Peninsula Ibérica.

(Continuará).
Fotografía cedida por Luisa Valença Rodrigues.

1 comentario:

  1. Muy interesante , es un placer leer un articulo tan detallado,contribuye a tener presente el tema todo el tiempo, a no desviarse de él y a lograr así la coherencia necesaria. Muchas gracias

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